Y no dejes de entregarte porque lo hacés muy bien


         Mientras todo iba y venía y Wen se limpiaba todavía el traje en el que le había derramado la copa de vino y yo no había encontrado la manera más efectiva de pedirle perdón para sacudirme la pena, pero con Wen nos entendemos, y la música ya estaba poniéndose a tono con unos bocaditos que circulaban entre humo de cigarrillo y los gritos de las chicas que cuando no hay música de fondo también gritan, me senté con Ro para descansar un poco a sus orillas que suelen ser un oasis de profundidad ilimitada. Y al verme un poco cabizbaja y saber a ciencia cierta que no podía ser la camisa de Wen ahora pintada de rosa en un batique muy poco usual en él para una ocasión como un casamiento, me preguntó qué tenía. Y la invité a dar unas vueltas, recorridos de los que ella conoce, le mostré los árboles de siempre, autopistas en construcción, un barrio en desalojo, la gente bien de callao para acá , cartoneros cansados, ventanas y conventillos y fuimos a dar con el baldío de mi decepción. Baldío seco y estéril. Y ella, que estaba particularmente sensible anoche porque vi humedecerse sus ojos más de una vez y la hubiera abrazado todas esas veces pero nunca abusamos de los abrazos pero cuando sí nos abrazamos entonces nos decimos todo, que nos queremos, que qué bueno que nos entendemos y que esta amistad cada día crece más y se nota en los recorridos que hacemos, ella me dijo un par de cosas que anoté en papelitos como cuando uno hace con las cosas que no se tiene que olvidar, que al ser tantas deben que quedar pegoteadas, enchinchadas o imanadas en escritorios, libros, heladeras, estantes, corchos… Empecé por decirle que envidio a las personas que prescinden de mayúsculas y justificación de párrafos, que no se cuestionan tanto los vaivenes, que cuando sienten calor se empapan de su propia frescura, que hablan con desprendimiento de lo que sienten, que no necesitan legitimación de sus pensa y sentimientos, que son porque quieren y no porque deben y que dejan de ser cuando sienten que ha sido suficiente porque tampoco se puede ser toda la vida, uno se cansa y… todas esas cosas que me abrumaban y me desplumó con pruebas fehacientes de que todo eso es mentira. Porque todo el mundo tiene sus mambos y malambos y algunas personas quizás se cuestionan cosas que para vos son flores en la ventana o una planta que hoy te olvidaste de regar, pero mañana lo hacés y no morirá. Y además... nadie es tan desprendido con lo que siente, eso sí es mentira, todos tenemos nuestros rollos y tratamos de hacer lo que podemos, así que no dejes de entregarte porque lo hacés muy bien... 
           
Será que por hacer lo que puedo siempre busco eso que me está faltando y ya no tiene ni cara ni forma ni color y nada porque no sé qué carajo es pero es un deseo filosófico, filológico y semiótico sin coherencia ni cohesión pero insatisfecho que tiene que ver con no pensar tanto cuánto querer ni cómo ni con qué palabras ni con qué gestos ni... nada. Entonces de repente ya no quiero escribir porque siento que estoy amurallada por los cuatro frentes y no puedo liquidificarme para pasar por las grietas porque es una gran esfuerzo y no tengo tanta fuerza al menos hoy 23 de febrero, a los meses del año también los envidio porque se escriben con minúscula y viven bien. Estoy amurallada y quiero decir que no tengo esa libertad que añoro y nadie más que yo puede conocer por ser mía y otra vez estoy en el baldío de mi decepción.
Un par de horas y vasos vacíos después, tomando aire cálido afuera mientras la corriente nicotinada salía de adentro, con la mirada casi exhausta me preguntó ¿Qué vamos a hacer con la vida?... vivirla, escribirla y dejar el registro, le dije.

1 comentario:

  1. Faaaaaa pichona, la primera vez que lo leo (jajaja, no pense que aun podria decir eso de algo tuyo publicado!)
    Es bellisimo!!! Una y mil veces, bravo por tu arte, tus poesias...ni hablar...pero a la prosa no hay con que darle!
    Abrazos mil.

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